La rápida propagación del COVID-19, ha tenido efectos dramáticos en todo el mundo en los sistemas de salud con impactos mucho más allá de los pacientes realmente infectados con COVID-19. Muchos de sistemas de salud se han visto sobredemandados. En un esfuerzo por conservar los recursos hospitalarios, las instituciones que dirigen los sistemas de salud recomendaron minimizar, posponer o cancelar por completo las operaciones programadas electivamente. Esto se hizo con el objetivo principal de disminuir inmediatamente el uso de elementos esenciales para el cuidado de pacientes con COVID-19, incluidas camas de UCI, ventiladores, equipo de protección personal y suministros de limpieza de terminales.
La mayoría de los organismos, han recomendado continuar con la mayoría de las cirugías de cáncer. Por lo tanto, los médicos y los pacientes deben sopesar cuidadosamente el beneficio de continuar con el tratamiento del cáncer según lo programado, los riesgos de COVID-19 para el paciente individual, para los trabajadores de la salud que atienden a pacientes potencialmente infectados con COVID-19 y la necesidad de conservar los recursos de atención médica.
Por lo tanto, considerar las diferencias en la historia natural de diferentes cánceres puede cambiar significativamente este equilibrio de riesgos y beneficios. El cáncer de riñón tiene una amplia gama de presentaciones, que van desde pequeñas masas renales muy indolentes, diagnosticadas incidentalmente, hasta grandes tumores sintomáticos con invasión vascular o de órganos adyacentes y enfermedad metastásica.
En conjunto, existen datos sólidos que respaldan la vigilancia activa para masas <4 cm, sin restricción de edad, Por lo tanto, es poco probable que los retrasos en el diagnóstico y el tratamiento de estos pacientes durante la pandemia de COVID-19 puedan afectar significativamente sus resultados. Obviamente, cada caso debe ser valorado individualmente.
Aunque los datos son menos sólidos, varios estudios han evaluado el impacto de un retraso quirúrgico para los tumores renales localizados más grandes (>4cm). Una cohorte institucional del Memorial Sloan Kettering Cancer Center examinó a 1.278 pacientes que se sometieron a nefrectomía radical o parcial con masas renales> 4 cm entre 1995 y 2013. Los autores probaron la asociación entre el tiempo de espera quirúrgico y el estadio de la enfermedad en el momento de la cirugía, así como tasas de recurrencia. Entre estos pacientes, 267 (21%) tuvieron un tiempo de espera quirúrgico de más de tres meses, incluidos 82 pacientes (6%) con un tiempo de espera de más de seis meses. En el análisis, el tiempo de espera quirúrgico no se asoció con el aumento del estadio de la enfermedad, la recurrencia o la sobrevida cancer especifica, pero un tiempo de espera más prolongado se asoció con una peor sobrevida. Al igual que las SMR, se debe de individualizar el manejo.
Básicamente, no hay datos disponibles sobre el efecto de los retrasos en el tratamiento de pacientes con cáncer de riñón localmente avanzado. La European Urology sugirió que estos pacientes deberían ser priorizados para la intervención dada la naturaleza localmente avanzada de su enfermedad, el riesgo desconocido del retraso de la cirugia y la posibilidad de complicaciones sintomáticas significativas.
Por el contrario, en pacientes con cáncer de riñón metastásico, no se recomendó la nefrectomía citorreductora durante la pandemia debido a la evidencia del ensayo CARMENA y SURTIME. La pregunta de cuándo iniciar la terapia sistémica en pacientes con cáncer de riñón metastásico también es pertinente durante esta pandemia y depende de los síntomas, las comorbilidades del paciente y la estratificación de riesgo.
Dr. Luciano Núñez Bragayrac
Urologia oncológica y general
tags: cancer renal, nefrectomia, tumor renal, hematuria, urologia oncologica
Fragmentos traducidos de: https://bit.ly/2OsgaVS Autores: Zachary Klaassen, MD, MSc and Christopher J.D. Wallis, MD, PhD